Hablar de la actual situación por la que atraviesan nuestras universidades hoy, necesariamente nos remite hablar del neoliberalismo imperante en las más de tres décadas anteriores.
Empezare por tratar de establecer los inicios de esta etapa en México y su inserción en las IES públicas de nuestro país.
El neoliberalismo como plan y estrategia para modernizar e impulsar el desarrollo político, económico, educativo y social de México, principia en el periodo presidencial de Miguel de la Madrid (1982-1988), y continuara en los periodos de Carlos salinas de Gortari (1988-1994) y Ernesto Zedillo (1994-2000).
Consecuencia de la inserción de esta política en México, es su incorporación a la OCDE en 1994. En este año el neoliberalismo era la punta de lanza del capitalismo globalizador. El poder económico de las principales potencias del mundo incorpora plenamente la ideología neoliberal a instituciones ya existentes del capitalismo globalizado: el FMI, el Banco Mundial, la OCDE.
En consecuencia la aplicación a gran escala en todo el país de esta política comienza con la privatización de empresas paraestatales que a juicio gubernamental y orientados por esta ideología, entregan a la iniciativa privada mediante licitaciones controladas.
Este proceso se dividió en tres etapas: la primera de 1982 a 1988 en la cual el estado se retira totalmente de: la industria automotriz, de la producción de bienes de consumo duradero como: la industria textil y del vestido, química básica, así mismo se retiró parcialmente de la minería, la producción de azúcar etc.
En un segundo momento durante el salinato que va de 1988 a 1994 , se realiza la privatización a fondo de varios sectores como la siderúrgica, la banca y teléfonos de México, finalmente en la tercera etapa que abarca los años de 1995 a 2000, se profundiza aún más el proceso y se realizan cambios constitucionales para vender los Ferrocarriles nacionales y la comunicación satelital.
En relación con la educación superior, es con Carlos Salinas de Gortari cuando da comienzo la aplicación a fondo del proceso de neo liberalización de las IES mexicanas.
Se sabe que Salinas aun siendo candidato a la presidencia de la república en 1988, presento los llamados Diez puntos para la Educación Superior en una reunión del IEPES de su partido el PRI. Dejando en claro con este pronunciamiento la postura que asumiría respecto de la política que aplicaría en este sector educativo.
Una vez en la presidencia implementa diversas medidas que afectarían a corto y mediano plazo el financiamiento que el estado otorgaba a la educación superior. Una de las más graves fue suprimir esta responsabilidad, además de condicionar el otorgamiento de recursos al cumplimiento de estándares de calidad y productividad que se establecían en el PND, y que se verificarían mediante políticas de evaluación y desempeño tanto para instituciones, estudiantes y docentes.
Esta nueva política salinista, no sólo representaba el término del compromiso estatal hacia la Educación Superior, si no también implicaba: la descentralización, la marginación de los sindicatos, la evaluación y la rendición de cuentas como condicionante de la asignación de recursos; y por supuesto la reforma curricular que estableciera una mayor vinculación entre el sistema educativo y el sistema productivo; es decir, se ponía el énfasis en la “calidad” por sobre la atención de los servicios.
En este mismo sentido, el desarrollo tecnológico se reducía a funciones de adquisición, adaptación, y asimilación de la tecnología importada, es decir, solo sería una tecnología maquiladora.
La visión salinista era clara: constituir un escenario pobre y sin futuro para las capacidades creativas de los estudiantes e investigadores mexicanos. Estas orientaciones procedían de las políticas implementadas en todo el mundo por organismos como el Banco Mundial ente que concibe a los procesos educativos como uniformes, sin importar los problemas de desarrollo económico y la cultura entre otros; imponiendo modelos de crecimiento basados únicamente en que los trabajadores desarrollen destrezas instrumentales y adaptativas.
A partir de ahí, La evaluación, y la calidad, fueron elementos constantes en las proyecciones del PME, la primera representaba un medio indispensable para conseguir la segunda y a partir de este vínculo, sería determinado el nivel de financiamiento a otorgar a las instituciones educativas. Puesto que las tesis de la OCDE planteaban que los programas educativos de las instituciones de educación superior (IES) deben estar alineados con la demanda del mercado profesional; entonces el financiamiento público apoyaría a los programas que cumplieran con esta condición.
Por otro lado, se buscó a toda costa que las universidades fueran autosuficientes económicamente, razón por la cual se establecieron pago de cuotas, becas-crédito, cargo a ingresos futuros entre otras.
En relación con los docentes universitarios, esta política implementó la evaluación académica mediante la cual se obtenían estímulos académicos de tipo económico, asunto que, dado el nivel precario de los salarios, obligo a la mayoría de los docente e investigadores a ocuparse en la obtención de altos puntajes para obtener mayores beneficios salariales con este tipo de estímulos académicos. Siendo este uno de los principales distractores para desviar, o anular en buena medida, la actividad que ejercía este sector, en relación con la postura siempre critica de las políticas gubernamentales.
Se crearon las CIEES, destinados a realizar la evaluación diagnóstica de programas académicos, así como de las funciones de administración y gestión, de difusión y extensión de la cultura de las instituciones de educación superior.
Se puso en marcha el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior,A.C. (Ceneval), para evaluar a los alumnos egresados de la educación básica, a los que terminan la educación media superior y acceden a la superior y a los egresados de diversas licenciaturas.
Salinas también destino muchos recursos económicos para cooptar a muchos intelectuales de diferentes talantes ideológicos mediante apoyos a su dizque laborliteraria y de análisis de una diversidad de temas que vergonzosamente evadían la crítica de los programas y planes del gobierno salinista.
Como podemos ver, la crisis generada en la autonomía de las universidades públicas por el modelo neoliberal ha contribuido a que ya no se vea a las instituciones de educación superior como “instrumentos de socialización ideológica”.
Esta crisis ha ayudado a imponer el individualismo y el utilitarismo como guía de acción de los universitarios. El modelo neoliberal nos obliga a pensar en el futuro de las instituciones de educación superior en términos que restituyan el valor sustantivo de educar.
El gran reto es crear instituciones que no se dejen llevar por la competencia desenfrenada, que no vean el sistema educativo como un negocio. Debido a los malos manejos de las políticas públicas, la universidad como institución se ha vuelto demasiado débil para oponerse a las fuerzas externas, nacionales e internacionales y hay incapacidad de defender un modelo autónomo que tenga credibilidad.
En pocas palabras y manera de conclusiónBajo el neoliberalismo, el conocimiento no importa; importa su compra y venta.
El neoliberalismo convierte todo en mercancía y el desempeño de los seres humanos se juzga por el criterio de la productividad, del éxito, de la eficiencia, de la rentabilidad de sus acciones en términos económicos.
En este contexto descrito hasta ahora, el neoliberalismo impulsa el desarrollo de algunos conceptos en materia educativa de base estrictamente mercantil que es necesario examinar:
• Sustitución de la definición de la educación como derecho por la
educación como mercancía.
• La educación como una inversión, valga decir, como una empresa
necesariamente rentable.
• La definición del hombre como medio y no como un fin al quedar
reducido a una vulgar y despersonalizada definición de «recurso
humano».
En más de tres décadas de neoliberalismo lograron desmantelar y desactivar a la gran mayoría de movimientos estudiantiles, de profesores y sindicalismo universitarios, en su lugar surgieron las burocracias doradas, Charros sindicales directores a modo y elegidos por el rector. Todos gozando de canonjías salariales muy por encima de la más alta categoría docente
El enriquecimiento ilícito de los rectores y sus camarillas a costa de los subsidios federal y estatal otorgado a las universidades fue en estos periodos el pan de cada día, haciéndose de la vista gorda los respectivos gobiernos, quienes, escudándose en una interpretación a modo de la autonomía universitaria, permitían este tipo de atropellos a cambio de mantener el control, el clima de paz y tranquilidad en las universidades y la buena relación con los gobiernos.
No obstante y aun con el llamado presidencial a los universitarios para sacudirse y reactivar el espíritu crítico de las IES, y quizás por la pandemia, todo sigue igual, aunque también es necesario que desde el gobierno federal se reforme o anule muchos de estos programas dirigidos al personal docente y de investigadores, que como ya lo comentamos, solo sirven de distractores y desvían la atención de los grandes retos que tiene la 4T para lograr su pleno desarrollo y consolidación en todo el país.
Es imperativo que haya nuevas políticas salariales que permitan el ejercicio de la docencia e investigación libre de presiones y “espejitos”, y con ello lograr que nuestras instituciones educativas de nivel superior recuperen y vuelvan a ejercer a plenitud el papel de Conciencia social de nuestra sociedad.