En los últimos meses hemos escuchado discusiones y dudas que tienen algunos compañeros sobre el neoliberalismo y los neoliberales. Aquí, de manera breve tratamos de responder y dejar respuestas claras al tema.
Primero, como el presidente Andrés Manuel López Obrador, en sus conferencias mañaneras, alude reiteradamente a los neoliberales y al neoliberalismo decadente, nosotros pensamos que es justo decir con él que, en efecto, percibimos también que hay un proceso de declive de la economía neoliberal, que es la última y más desarrollada etapa del sistema capitalista globalizado; que no decimos modelo económico-social porque nunca llegó a serlo, dado que siempre se redujo a un simple recetario de medidas de ajuste al salario, al trabajo y al presupuesto público; se aprovechó para privatizar empresas estatales y paraestatales y para desnacionalizar bienes, servicios y recursos del país, pero igual, para restarle funciones de intervención y regulación al Estado, para formular y aprobar reformas estructurales con las cuales legalizó concesiones al gran capital, nacional y transnacional, en materia de territorios, aguas, empresas estratégicas del país, etc.
Queremos aclarar también que el neoliberalismo fue aplicado sin misericordia a prácticamente todo el planeta, en particular a los países dependientes -como el nuestro- cuya inserción y papel en la economía mundial es ser eternos exportadores de materias primas hacia los países del llamado primer mundo, hecho que si bien data desde que fueron colonizados, el saqueo de sus recursos se ha agudizado a partir de 1979, fecha en la que la primera ministra de Inglaterra y el presidente de EE UU declararon como único válido en la economía mundial el libre mercado.
Sin embargo, a 43 años de aquella funesta declaración de guerra a las economías nacionales -llamadas despectivamente por ellos mismos como populistas y estatistas- vemos que el barco neoliberal está haciendo agua, que sus credos se están yendo por la borda y que sus crisis son cada vez más recurrentes y profundas, a tal grado que ya el grueso de la población las percibe y las está rechazando mediante procesos electorales que, por lo menos en América Latina, la ola de candidatos de izquierda ganadores es cada vez más grande, exigiendo de ellos la pronta modificación de las políticas públicas que les han sido impuestas por los neoliberales.
El caso de nosotros en México es, como se dice, de paradigma, porque el 53% de los votantes en 2018 llevamos a la presidencia de la República a la persona que mejor captó e interpretó los sentimientos del pueblo, recogió y organizó sus demandas y las pudo estructurar en un programa de cambio integral, que ahora se está aplicando y que está generando, cada vez con mayor claridad, un proceso de transición hacia políticas de bienestar que con el neoliberalismo era simplemente imposible tenerlas.
Por todo ello, nos atrevemos a afirmar que, en efecto, la terrible y obscura noche del neoliberalismo en México, está quedando atrás.